17/5/21

Tiempo


 

Hay tiempo para la salud y para la enfermedad
tiempo para la alegría y para la tristeza,
para el consuelo y para la melancolía.
Hay tiempo para la ilusión y para el olvido,
tiempo para la paz y para la guerra,
para la luz y para la oscuridad.
Hay tiempo para el orden y para la confusión,
tiempo para el verano y para el invierno,
para el consuelo y la desolación.
Hay tiempo para las palabras, y a veces tan solo para el silencio.
Pero siempre, y en cualquier tiempo, Dios te mira, te acompaña, te espera, te recibe, te levanta y te ama. 🤍

¡Qué maravilloso es el amor de Dios, pero más aún, qué maravilloso es haberlo encontrado y poder amarlo!

10/9/20

EN CADA SUSPIRO…

 

Los días pasan, y casi no tenemos tiempo para detenernos unos minutos y mirar a nuestro alrededor. Nos concentramos en lo que nos falta, en lo que nos duele y en lo que nos preocupa; y descuidamos lo realmente importante. 

Abrazar al amigo, jugar con los niños, leer un buen libro, escuchar tu playlist favorito y cantar a viva voz sin que importe lo afinados que seamos, contemplar las estrellas, esperar un atardecer, hablar con Dios y así consolar nuestro corazón. 

Nos olvidamos, en especial, de agradecer. Si tan solo usáramos unos minutos del día para observar y valorar todo lo bueno que tenemos, quizá no nos quedaría tiempo para quejarnos. Agradecer por la vida, por la salud, por los hijos, los padres, los amigos, la creación, e incluso por todo lo que en apariencia malo, trae consigo inmensos bienes que hoy no vemos pero que pronto develarán la mano de Dios en nuestra vida.  

Creo y experimento la presencia de mi Dios amable y bondadoso, del que me abraza en silencio miles de veces, que me sostiene con sus hilos providentes, que me susurra fortaleza, que me perdona y me espera siempre. Porque no se trata de esperar de Dios grandes o extraordinarios milagros, Él hace muchos cada segundo del día, bastaría con detenerse a observar una flor, para encontrar a Dios en cada suspiro de sus creaturas.


3/9/20

Bien por mal

 


Santo Tomás Moro llegó a decir: 
“Los hombres, cuando reciben un mal lo escriben sobre un mármol; mas, si se trata de un bien, lo escriben en la arena…” 
¿A qué se referían sus palabras? Los hombres solemos ser propensos a guardar en nuestro interior y no olvidar los agravios que nos hacen. En cambio, a menudo damos poca importancia cuando nos hacen un bien. Es como si lo malo tuviera para nosotros más importancia que lo bueno. De igual forma nuestra relación con el Señor nos lleva frecuentemente a quejarnos de que no recibimos determinados favores y, en cambio, si nos acaecen penas, dolores o calamidades nuestro egoísmo es tal que olvidamos todo el bien del que hemos gozado. Claro está: Dios no quiere el mal para nosotros; incluso nos ayuda a superarlo. Pero nos llama a reconocer nuestros límites, a agradecer el bien recibido y a ayudar a quienes pasan por malos momentos o situaciones de dificultad.

25/8/20

Amor auténtico

Un refrán oriental dice que cuando te gusta una flor la arrancas, pero cuando la amas la cuidas y la riegas. Eso mismo te puede pasar con las demás personas. Es decir, puedes estar siempre mirando lo que te atrae de los otros para aprovecharlo, y así convertirlos en mero objeto de deseo y de uso. Pero cuando has logrado amar a alguien de verdad, te preocupa su felicidad, y te duele su dolor, y eres capaz de renunciar a tu comodidad para que esa persona pueda estar mejor. ¡Acontece eso cuando realmente llegas a amar!... La mayoría de las personas logran la experiencia del amor con sus hijos, o con unos pocos amigos. Pero los cristianos no podemos conformarnos con eso, estamos llamados a algo más. Nos toca tomarnos en serio el Evangelio cuando nos dice: “Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario?” (Mt 5,46-47). Jesús nos enseñó el amor universal. Él nos pidió ensanchar el corazón. Esto puede parecer imposible para nuestros corazones egoístas y pequeños, pero es posible si se lo pedimos y se lo permitimos al Espíritu Santo. Con Él se derrama “el amor de Dios en nuestros corazones” (Rm 5,5) y su fuego es capaz de calentar hasta los más helados.

¡Busquemos siempre amar a plenitud!

21/8/20

ESE AMOR QUE ME ESPERA

 


Te veo a diario, pero pocas veces me detengo a observarte. Días atrás, estuve encerrada en una pesadilla en la que te perdía, y aunque fue muy dolorosa, agradecí haberla recibido, pues pude experimentar lo que significaría tu ausencia.

A menudo pongo mis afectos en cosas vanas, alimento tristezas insensatas, riego pensamientos confusos y me olvido de lo verdadera y únicamente importante; amar como tú lo haces. No pretendo elevarte a la perfección o eliminar tus faltas, las padeces, pero en estas líneas te contaré más bien, cuánto aprendo de ti y de tu forma de amar.

Un amor alejado de las cartas románticas o las conversaciones encantadas, un amor alejado de las palabras endulzadas o los abrazos sofocantes; más bien un amor auténtico. El que hace por mí, lo que yo no hago por ti. El amor que me protege y me fortalece, que me enseña a no quejarme en los días malos, y ser prudente en los días buenos. Ese amor que me escucha y me complace, ese amor que me sostiene y me conforta, ese amor que no se cansa y me rescata de mis innumerables tormentas. Ese amor que me espera, me comprende, me perdona, y me acepta.

Amar es una tarea difícil, exige sacrificio, paciencia, renuncia, dolor, perdón; y yo confío en que si Dios te puso junto a mí, es porque Él nunca se deja ganar en generosidad.


19/8/20

CONTIGO FUE DIFERENTE

 


Una tarde de amigos te vi por primera vez. Probablemente no recuerdo todas las veces en que vi a alguien por primera vez, pero contigo fue diferente. Pasó el tiempo y entre una y otra actividad en común, empezamos el contacto. Tu presencia pasó desapercibida en mis días, andaba muy ocupada como para detenerme a apreciar aquello que con el tiempo sería realmente importante. Y es que no suelo detenerme en lo que de verdad importa – eso lo aprendí de ti tiempo después. Con cierta frecuencia un mensaje tuyo aparecía en mi teléfono, lo tomaba con alegría; y sin querer se convirtió en una rutina semanal que nunca pensé podría llegar a extrañar. Varios meses después, como unos veinte quizá, te marchaste tan fugazmente como apareciste. Mientras escribo, trato de convencerme que ya no estás, trato de encontrar respuestas a las innumerables preguntas que caminan por mi cabeza, trato de escucharte a pesar del silencio, trato de aceptar que esta ausencia es necesaria y que a pesar de lo malo que se vea, encierra un bien para mí, ya lo entenderás –decías – ya lo entenderás.

Cuando nuestro lazo empezó a tomar formas insospechadas de domesticación, tuve muchos miedos, ¿Cómo no tener miedo a que partas? ¿Cómo no tener miedo a que olvides? ¿Cómo no tener miedo a que olvide? Se puede ir por la vida haciendo amigos, ganando algunos, perdiendo otros, y una vez más contigo fue diferente. A veces sospecho que nuestra amistad fue planeada por ti, que me viste y dijiste seré su amigo, llegaré a su desierto, secaré sus lágrimas, le cantaré al corazón, le crearé recuerdos, me quedaré en su memoria. Seré de aquellos, que dejan huellas imborrables, de esos que ganan espacios imposibles de ser ocupados nuevamente, de esos que te enseñan con las palabras, con los actos, con las risas, con los consuelos, con las peleas, con los silencios. Me oíste llorar y solo me acompañaste, nunca hablaste mal de quien generaba esas lágrimas, me oíste renegar y solo me acompañaste, nunca alimentaste mi ego ni mi poca paciencia con el mundo. Poco a poco empecé a conocerte, tus malos ratos y poca expresividad, tu aparente desinterés y poco cariño, casi te olvido, pero tu compañía era mejor. Pudimos comprender varias cosas juntos, saltar barreras, buscar sonrisas, navegar en palabras encantadas, contemplar atardeceres, escuchar en silencio, practicar ritos, crear recuerdos, guardar secretos, hacer promesas una y mil veces incumplidas, hablar sin palabras, unirnos en pensamientos. Te conocí y me conociste, te quise y me quisiste. Te creí y me creíste. Te fuiste y me quedé, me quedo con cada una de tus palabras, de las que dijiste y las que callaste, me quedo con las sonrisas y los enojos, con los silencios, con tus misterios, tus enseñanzas, tus errores y los míos, nuestras promesas, nuestros secretos, nuestros temores, nuestros símbolos y nuestro – tantas veces - supuesto desinterés, me quedo con esa capacidad de decirnos tanto sin voz, serás para mí siempre único en el mundo, pude haber conocido muchos corazones, pude haber sonreído espontáneamente muchos días, pero contigo fue diferente.


11/8/20

EL CIELO

 

Yo me imagino el Cielo como un domingo en familia, con la mesa servida y los rostros llenos de sonrisas, con el alma quieta y el corazón en paz.

Yo me imagino el Cielo como un amanecer en los andes, sintiendo el rocío en las mejillas, contemplando las hojas verdes y respirando profundamente.

Yo me imagino el Cielo como un sábado en la tarde, jugando en la parroquia, cantando con amigos, rezando a nuestra Madre, adorando a nuestro Dios.

Yo me imagino el Cielo como el “Sí acepto” delante del altar, comprometiendo mi camino a la eternidad junto al hombre que me sostiene y acompaña.

Yo me imagino el Cielo como los ojos de mi hijo, chispeantes, inocentes, serenos, alegres.

Yo me imagino el Cielo como la sonrisa de mi hija, pura, hermosa, genuina, reconfortante, llena de paz.

Yo me imagino el Cielo como el ronroneo de mi gata, desinteresado, cariñoso, libre, honesto.

Yo me imagino el Cielo como el amor de mamá y papá, único, valiente, eterno, contra todo y sin reserva.

Yo me imagino el Cielo como las conversaciones con amigos, profundas, divertidas, sin sentido, entrañables, misteriosas.

Yo me imagino el Cielo como un momento de asombro ante los logros más sencillos, el pastel bien horneado, el problema de matemática resuelto, el partido de fútbol ganado.

Yo me imagino el Cielo como el momento exacto en que pude traer al mundo una nueva vida, sentir el primer llanto, ver por primera vez sus ojos, sentir su cuerpo pequeño, apreciar su olor a cielo.

Yo me imagino el Cielo como los momentos de profunda conexión con Dios, tras una confesión bien hecha, una Eucaristía puramente recibida, una meditación bien trabajada o una adoración silenciosa.

Yo me imagino el Cielo como el silencio perfecto al contemplar un paisaje hermoso, que elimina palabras y transmite sensaciones poco describibles.

Yo me imagino el Cielo como un ininterrumpido mirar a los ojos a alguien que te ama con pureza, perdiéndote en esa mirada y a la vez encontrándote en ella, experimentando el ser amado y el amar como LA VERDAD, tu Verdad.

Yo me imagino el Cielo como aquellas Misas entrañables donde Su Presencia es tan potente que te abruma, donde sientes que el Cordero está allí, vivo y vivificante, y que todo, de pronto, se vuelve claro.

Imaginar el Cielo como todas las alegrías de este mundo, multiplicadas al infinito, no nos da siquiera una pequeña idea de lo que «ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino al corazón del hombre… aquello que Dios tiene preparado para aquellos que le aman».

Imagínate el Cielo, y vas a descubrir que vale la pena ser fiel, cueste lo que cueste.

YMG

12/4/20

¿Por qué Jesús dobló el lienzo que cubría su Faz en el sepulcro?

Una tradición judía de ese tiempo nos revelaría el importante mensaje representado por ese gesto aparentemente insignificante

El Evangelio según san Juan, en el capítulo 20, nos habla de un lienzo que había sido colocado sobre la Faz de Jesús cuando Él fue sepultado, al final de la tarde del Viernes Santo.
Ocurre que, después de la Resurrección, cuando el sepulcro fue encontrado vacío, ese lienzo no estaba caído a un lado, como la sábana que había envuelto el Cuerpo de Jesús. El Evangelio reserva un versículo entero para contarnos que el lienzo fue doblado cuidadosamente y colocado a la cabeza del túmulo de piedra.
Pero ¿por qué Jesús dobló el lienzo que cubría Su cabeza en el sepulcro después de resucitar?
Bien pronto por la mañana de domingo, María Magdalena fue hasta el lugar y descubrió que la pesadísima piedra que bloqueaba la entrada del sepulcro había sido quitada. Ella corrió y encontró a Simón Pedro y a otro discípulo, aquel a quien Jesús tanto amaba – san Juan Evangelista – y les dijo:
“¡Retiraron el Cuerpo del Señor y no sé a dónde Le llevaron!”
Pedro y el otro discípulo corrieron hasta la tumba. Juan pasó delante de Pedro y llegó primero. Se detuvo y observó los lienzos, pero no entró. Entonces Simón Pedro llegó, entró en el sepulcro y vio los lienzos allí dejados, mientras que el lienzo que había cubierto la Divina Faz estaba doblado y colocado a un lado.
¿Esto es importante? Definitivamente.
¿Esto es significativo? Sí.
¿Por qué?
Para poder entender el significado del lienzo doblado, tenemos que entender un poco la tradición judía de la época.
El lienzo doblado tiene que ver con una dinámica diaria entre el amo y el siervo – y todo niño judío conocía bien esa dinámica. El siervo, cuando preparaba la mesa de comer para el amo, procuraba tener la certeza de hacerlo exactamente de la manera deseada por su señor.
Después que la mesa era preparada, el siervo quedaba esperando fuera de la visión del amo hasta que él terminase de comer. El siervo no se atrevería nunca a tocar la mesa antes de que el amo hubiese acabado. Al terminar, el amo se levantaría, se limpiaría los dedos, la boca y la barba, haría una bola con el lienzo y lo dejaría en la mesa. El lienzo arrugado quería decir: “He terminado“.
Ahora bien, si el amo se levantara y dejara el lienzo doblado al lado del plato, el siervo no osaría tocar aún la mesa, porque ese lienzo doblado quería decir: “¡volveré!”.
Fuente: Aleteia

21/2/18

Invisible


 
Hace muy poco escuchaba con atención un tema del cantautor Gianmarco, el título, “invisible”. La letra describía la historia de un muchacho o quizá muchacha que era invisible como el aire, a los ojos de quien seguramente atraía su atención, pensamiento, miradas y emociones. Y fue así que meditando en la letra y endulzándome con la melodía empecé a preguntarme cuán extraños son los amores no correspondidos, los unilaterales. Los que implican regocijarse con una sonrisa a la que queremos traducirla como un coqueteo. Aquellos amores que viven de esperanzas, que se alimentan de paciencia y que luchan constantemente por hacerse notar y agradar a quien probablemente nunca permitirá cruzar la línea de la amistad. Y es que en las cuestiones de amor, existe una química especial que se desarrolla entre dos personas que coincidieron es espacio y lugar. Química que no existe en los amores unilaterales, y que a pesar de todos los esfuerzos que pueda realizar quien ha desarrollado afectos, quizá en silencio o quizá a gritos no atendidos, no permitirán desarrollar una historia de amor.
Quizá lo mejor será aceptar con hidalguía que no todo aquello que deseamos puede convertirse en una realidad en este camino, y que el amor que surgió producto de la súplica (quizá no en el sentido literal de la palabra) podría terminar de un modo que deje más heridas que las que ya existían cuando no era atendido. A veces es necesario dar pasos al costado, cerrar historias no iniciadas y voltear la mirada hacia otro lado. Quién sabe y quizá la indiferencia por aquel amor unilateral termine por tornarlo bilateral.

18/12/17

Paz

Belén Persello, 34 años, mujer, cantante, actriz, modelo, DJ, argentina.
Kim Jong Hyun, 27 años, hombre, cantante, compositor, modelo, bailarín, escritor, surcoreano.
¿Qué tienen en común estos dos mundos? Ambos murieron este diciembre. Ella el 13, él el 18. Ambos se suicidaron, acabaron con su vida.
Y esto me conmociona muchísimo, me traspasa y me mueve. ¿Qué les puede faltar a ellos que aparentemente lo tienen todo? Talento, fama, belleza, familia, amigos dinero. ¿Por qué dicen BASTA dos ídolos?
Y tras mucho pensar, concluyo. Lo que los demás ven de nosotros es tan sólo un 10% (por lanzar una cifra) de lo que somos realmente. ¿Alguna vez te has preguntado, si tu compañero de oficina que te sonríe todas las mañanas al llegar, la está pasando bien? ¿O será que sus miedos, inseguridades, debilidades, problemas, confusiones, fantasmas, lo están consumiendo?
Los famosos, los que tienen fans alrededor del mundo; son quizá los seres más vacíos que pisan nuestra tierra, vacíos porque al tenerlo todo materialmente hablando, no existe ya nada que pueda satisfacer sus deseos. No luchan por nada, todo está a la mano, sólo necesitan sentirse aceptados y halagados para conservar esa alegría pasajera que la fama les otorga, esa alegría falsa que no los hace felices sino que solamente agranda su ego, ego que se desinfla con un comentario negativo de un anti fan que se fija en su peso, en su aspecto, que los llama sin gracia, sin talento. Que no gusta de sus nuevas canciones, o de la última novela, película o serie de la que fueron parte.
Y todo esto, causa una profunda depresión. La depresión no es un acto de inmadurez, es una enfermedad. Una enfermedad que no se cura con palabras de aliento, o con gritos que pretendan levantarnos de la cama. La depresión necesita ser tratada, vista de cerca. El deprimido necesita sentirse muy amado, que se le cuide, que se le recuerde cuánto vale. Necesita ayuda médica, necesita que le curen la mente y el alma.
Escuché por ahí una frase, tan sencilla y profunda a la vez “No es fácil estar en un mundo, dónde ser feliz cuesta mucha infelicidad” Y resulta cierta, porque estos dos ídolos, a pesar de todo el mundo de felicidad en el que aparentemente estaban, sólo era la máscara de una intensa infelicidad, tan grande que los hace huir de este mundo, que no les permite resistir y levantarse.
Pregúntate si estás trabajando o no por tu felicidad, si tus sonrisas son genuinas o si sólo sirven para evitar preguntas incómodas. Y pregúntate también si estás realmente mirando al que tienes a lado, si le prestas atención cuando te habla, si te preocupas por sus cambios constantes de ánimo que son claramente, síntomas de depresión.
Lo que le paso a estos dos jóvenes, te puede pasar mañana o le puede pasar a alguien que amas cuando menos lo imagines. La vida es tan frágil, las decisiones humanas son tan inexplicables, somos tan perfectamente imperfectos. Hay que abrir un poco más los ojos, y mirar a los demás y mirarnos a nosotros mismos.
Ojalá ambos encuentren pronto la paz que este mundo no les pudo dar.