21/10/17

La violencia como lenguaje

En un mundo tan globalizado como el que nos toca vivir, sería fuera de toda lógica afirmar que uno de los principales problemas sociales que enfrentamos es la falta de comunicación.
¿Cómo podría ser esto posible, si vivimos comunicados a cada minuto de nuestro día? Y es que al reflexionar, encontramos que vivimos inmersos en una falsa comunicación, contactos poco profundos que no implican actos de empatía o verdadero conocimiento del otro.
Y es que la aprobación o desaprobación a través de una red social, puede llevar muchas veces a los niños, adolescentes y jóvenes a cuadros de depresión que generarán actos violentos.
Porque la depresión, es una enfermedad que no solo tiene características que se relacionan a personas encerradas en su habitación o sin ganas de alimentarse; sino que en el mismo grado esta depresión se expresa en actos violentos.
Actos violentos que son gritos de vacío, que señalan que algo no está funcionando en nuestra sociedad. La violencia contra la mujer, contra el varón, de padres a hijos, de hijos a padres, entre hermanos, a los amigos del colegio, de la universidad, del trabajo, a los animales, a la naturaleza; constituyen un grito de desesperación, una clara señal que algo marcha muy mal ¿Y qué sino la falta de comunicación familiar, el no cultivo de valores en el seno familiar?
Entonces, los problemas de violencia no se eliminarán, desde ningún punto de vista; con cúmulos de leyes, sanciones más fuertes, ajusticiamientos populares, linchamientos. La violencia siempre generará más violencia. Es necesario trabajar desde el núcleo, educar en el valor del otro desde que se tenga uso de razón. El Estado tendría (y tiene aunque no lo asuma) la obligación de educar en el respeto al valor de la vida, la integridad y la salud del otro.
Y esta educación deberá ir acompañada por la familia. Y es que parece que hoy resulta más importante enseñarle a un niño que un hombre puede nacer con órganos sexuales masculinos pero que podría sentirse y valorarse como varón o como mujer según sea inclinado por su libertad; que enseñarle el valor del otro. Hoy por hoy el hombre vale menos que un iphone.
 

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