En un mundo tan globalizado como
el que nos toca vivir, sería fuera de toda lógica afirmar que uno de los
principales problemas sociales que enfrentamos es la falta de comunicación.
¿Cómo podría ser esto posible, si
vivimos comunicados a cada minuto de nuestro día? Y es que al reflexionar,
encontramos que vivimos inmersos en una falsa comunicación, contactos poco
profundos que no implican actos de empatía o verdadero conocimiento del otro.
Y es que la aprobación o
desaprobación a través de una red social, puede llevar muchas veces a los
niños, adolescentes y jóvenes a cuadros de depresión que generarán actos
violentos.
Porque la depresión, es una
enfermedad que no solo tiene características que se relacionan a personas
encerradas en su habitación o sin ganas de alimentarse; sino que en el mismo
grado esta depresión se expresa en actos violentos.
Actos violentos que son gritos de
vacío, que señalan que algo no está funcionando en nuestra sociedad. La
violencia contra la mujer, contra el varón, de padres a hijos, de hijos a
padres, entre hermanos, a los amigos del colegio, de la universidad, del
trabajo, a los animales, a la naturaleza; constituyen un grito de
desesperación, una clara señal que algo marcha muy mal ¿Y qué sino la falta de
comunicación familiar, el no cultivo de valores en el seno familiar?
Entonces, los problemas de
violencia no se eliminarán, desde ningún punto de vista; con cúmulos de leyes,
sanciones más fuertes, ajusticiamientos populares, linchamientos. La violencia
siempre generará más violencia. Es necesario trabajar desde el núcleo, educar
en el valor del otro desde que se tenga uso de razón. El Estado tendría (y
tiene aunque no lo asuma) la obligación de educar en el respeto al valor de la
vida, la integridad y la salud del otro.
Y esta educación deberá ir
acompañada por la familia. Y es que parece que hoy resulta más importante
enseñarle a un niño que un hombre puede nacer con órganos sexuales masculinos
pero que podría sentirse y valorarse como varón o como mujer según sea
inclinado por su libertad; que enseñarle el valor del otro. Hoy por hoy el
hombre vale menos que un iphone.
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